COP 26 ¿SE HAN CUMPLIDO LAS EXPECTATIVAS?

Ha transcurrido una semana desde la clausura de la COP26 celebrada en Glasgow, y es buen momento para hacer balance, una vez calmadas las aguas y vistos los compromisos adquiridos, y preguntarnos, ¿Se han cumplido las expectativas?

Imagino que las expectativas varían según el prisma desde el que se mire, un prisma con diferentes caras que incluyen factores como la ideología, nivel de concienciación con nuestro entorno, intereses comerciales, situación geopolítica, etc. Pero quiero pensar que la mayoría compartíamos una ilusión por ver resultados similares a compromisos reales (aunque fueran pocos) y formalizados mediante un acuerdo vinculante por parte de los países participantes, incluyendo los más poderosos (y por lo general más reticentes), donde se vislumbrara la preocupación mayoritaria por tratar de paliar (difícilmente revertir) los efectos del cambio climático.

¿Y bien? ¿Qué es lo que ha ocurrido finalmente? ¿Cuál ha sido el resultado final tras una semana de reuniones entre los dirigentes y negociadores de más de 190 países, conferencias e intervenciones de personalidades de diversa índole (activistas, líderes empresariales, actores, gurús tecnológicos, etc.), cobertura mediática mundial, concentraciones, etc.?

En mi opinión, el resultado ha sido agridulce. Por un lado, parece evidente la concienciación y compromiso internacional de que nuestro modelo de vida debe cambiar hacia un modelo más sostenible si queremos impedir que los efectos del cambio climático, que ya estamos experimentando, reduzcan su frecuencia y peligrosidad a medio y largo plazo y limitar el calentamiento global a 1,5 grados. Sin embargo, el camino para conseguirlo ha resultado ser poco ambicioso, quedándose en eso, compromisos y buenas intenciones (no vinculantes) focalizadas en 3 aspectos clave como son:

  • la reducción (que no la obligación) del uso de combustibles fósiles.
  • La reducción de emisiones (con el objetivo lejano de emisiones cero en 2050)
  • La financiación para países en desarrollo hacia economías más sostenibles y menos contaminantes.

No obstante, hubo algunas sorpresas positivas, como el acuerdo para reducir la deforestación para 2030, acordado por más de 100 países (incluido Brasil), o el programa para reducir el 30% las emisiones de metano para 2030.

 

 

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