LOS RETOS DEL SECTOR ASEGURADOR

LOS RETOS DEL SECTOR ASEGURADOR

La entidades aseguradoras durante los últimos años se han visto obligadas a afrontar importantes retos en el ámbito regulatorio, financiero y de negocio. El último gran reto del sector fue la entrada en vigor del marco normativo de Solvencia II, el cual, en nuestra opinión, ha sido el catalizador de la gestión del negocio basada en los riesgos.

Este nuevo modelo de gestión ha permitido a las entidades aseguradoras aumentar su capacidad de adaptación al nuevo entorno de tipos bajos, así como al escenario de estrés derivado de la COVID-19, la cual ha obligado a las entidades a activar sus planes de contingencia definidos en el marco de Solvencia II siendo las organizaciones testigos una vez más, de la necesidad de mitigar aquellos riesgos de menor probabilidad, pero con un elevado impacto.

En este momento, una vez transcurrido el primer envite de la pandemia, es el momento de reenfocar de nuevo la gestión de riesgos hacia el futuro y replantearse cuales serán los retos que deberán enfrontar afrontar las entidades aseguradoras a futuro y que deberán ser capaces de gestionar con el fin de que las organizaciones salgan reforzadas. En este sentido, podemos entrever algunos de los principales riesgos a afrontar, tales como: 

1. Financiero: El escenario de tipos bajos mantenidos en el tiempo es uno de los riesgos a los que las entidades están haciendo frente y que deberán seguir gestionando. Este escenario tiene impactos en los pasivos y activos, tanto por el aumento de las provisiones técnicas derivado de la disminución continuada de los tipos, como por la dificultar de obtener altos rendimientos de las inversiones lo que obliga a las entidades a asumir un mayor riesgo para obtener las rentabilidades objetivo.

Asimismo, la volatilidad en los mercados financieros, así como los deterioros de los ratings, agregado todo al ya comentado escenario de tipos bajos, ha provocado un empeoramiento de la solvencia de las entidades durante el ejercicio 2020, poniendo de nuevo el foco en garantizar la misma.

Por tanto, dadas sus implicaciones en la consecución de los objetivos, el riesgo financiero será, con toda seguridad, uno de los riesgos a seguir gestionando por parte de las entidades a medio plazo, mediante la gestión de activos y pasivos (ALM) así como adaptando los niveles de apetito al riesgo a las necesidades de cada compañía.

 2. Comercial: La reducción de la comercialización de seguros ha sido uno de los mayores riesgos derivados de la COVID-19. Esta crisis, ha conllevado la modificación de los modelos de distribución, acelerando la digitalización en aras de potenciar la venta a distancia, tanto la venta directa a través de la web o aplicaciones móviles, como la venta telefónica. Estos cambios en los modelos de comercialización, que ya venían dándose anteriormente, pero que la COVID-19 ha acelerado, serán un reto clave a futuro, pasando la supervivencia de algunas entidades por la digitalización del negocio y en especial de los modelos de distribución no presencial, ya sea por el efecto de la COVID-19, como por las exigencias de los nuevos consumidores.

3. Ciberseguridad: A nivel mundial, la industria ha sufrido un fuerte aumento en los ciberataques desde la propagación del COVID-19, ocasionado asimismo por las vulnerabilidades derivadas del trabajo de forma remota, lo que es aprovechado por los cibercriminales. Por ello, es necesario que las entidades gestionen dicho riesgos y establezcan las medidas necesarias para su mitigación, tales como:

  • Crear/Fomentar una cultura organizacional de ciberseguridad.
  • Establecer un plan de respuesta rápida ante Ciberataques.
  • Monitorización, Detección y Respuesta (MDR) 24 x 7 x 365. 
  • Asegurar la resiliencia del Sistema de Información. 

4. Adaptaciones regulatorias: El sector Asegurador como sector altamente regulado debe hacer frente a los cambios regulatorios. Sin ir más allá, en este 2020 las entidades han tenido que realizar un esfuerzo adicional para adaptarse a la Ley de Distribución de Seguros. En este sentido, los sistemas de Gestión de Riesgos deben ser capaces de adaptarse e integrar los cambios organizativos derivado de las modificaciones normativas.

Asimismo, se esperan nuevos cambios normativos, como la revisión de Solvencia II, así como las normas internacionales de contabilidad IFRS17 e IFRS9, que conllevaran inversiones para adaptar sus sistemas a las nuevas exigencias de tratamiento de la información y que deben ser considerados en los planes de negocio de las entidades.

Ante este entorno cambiante, la función de Gestión de Riesgos se ha vuelto un elemento clave para el buen hacer del negocio, interviniendo en el ámbito más tradicional, como el riesgo operacional, hasta los ámbitos más estratégicos, como son los riesgos implícitos en los planes de negocio y en los cambios de los entornos tecnológicos. Es por ello, que el perfil de la Gestión de Riesgos debe ser un perfil multidisciplinar que le permita ser capaz de detectar las necesidades del negocio e identificar los riesgos presentes y futuros.

La función de Gestión de Riesgos es un elemento clave en la mitigación de los riesgos, pero también en la creación de valor añadido como elemento necesario en la consecución de los objetivos estratégicos.